Como esos movimientos de las agujas que suponen un suplicio invisible, imperceptible, pero profundamente distinguible; como unos instantes de jolgorio, distensión o esparcimiento que actúan como veedores de tu atención; o como una obligación académica que te compele a "agilizarte", a morigerar tu distracción, a concentrarte en tus "deberes" , haciendo caso omiso a ese mundo que sigue andando vaya a saber en que lugares. Como los minutos, como las horas, como los meses, así veo pasar el tiempo.
Como se hace cuando un torbellino de emociones desestabiliza esa vida intencionalmente estructurada que aun aclama por aprender del asombro y jugar a desvelar las incógnitas sin temor al que dirán?
La complejidad nunca me dejo de perseguir y yo a tientas trato de quitarme aquella mochila llena de clichés internos, de banalidades ambiguas, de excusas ancestrales.
Aveces me invade un amargo sentimiento y un recurrente pensamiento me susurra al odio: INcomprendida, INepta, INeficiente, INofensiva, INútil. Y lo particular de todos estos murmullos "cavilantes" , vacilantes por naturaleza, es que no me siento IN, sino OUT: fuera de todo. Sin embargo, sigo aprendiendo a vivir; no en vano soy una aprendiz principiante. Quizás sea el momento de ponerme un stop, un "stand by" solia decir un ser querido, tal vez; a lo mejor. La vida es una y hay que vivirla dicen por ahi. Un bajon de temporada nunca se esquiva, pero sonreirle a la vida es una obligación diaria.
Decidí tomarme el colectivo surrealista del intento, de esos que aparecen cada tanto. Próxima parada: simplicidad evolutiva.
Cuento detalles de regreso.
El tiempo lo dirá...