Piensa y se resigna a olvidar,
a esconderse tras el disfraz de la cordialidad,
a vivir en el mundo de la imaginación,
a anticiparle un lugar en un rincón de su corazón.

La experiencia los separa, los años los alejan,
una estrepitosa, estúpida ilusión
dejó de ser la razón,
el sustento de su inocente admiración,
de un oculto sentimiento,
de una pobre actuación.

No desea ser evidente,
le es difícil ser paciente;
la duda la incomoda: si él la ve como niña o si es ella la que se equivoca,
pero el disimulo se vuelve inseguro,
pues el latir de su corazón la delata
y aunque él  no se acuerde de ella,
en su mente permanece,
en sus pensamientos no escasea,
en su corazón no mendiga,
y ese seudónimo ingles persiste,
y este corazón resiste.  

Platónico es este amor,
Y mis sueños son inventados,
Y si fantaseando he de vivir,
Que esta realidad sea una utopía,
Que en mis sueños dibuje la T de mi ilusión,
que nunca nadie quiebre esta sensación.